Presunta muerte de médicos cubanos en Somalia después de ataque aéreo de EE. UU.: Una Historia de Especulación y Política

Por Henrik Hernandez

En un giro trágico de los acontecimientos, la presunta muerte de dos médicos cubanos, Assel Herrera Correa y Landy Rodríguez Hernández, en Somalia está siendo utilizado propagandisticamente y activado al anticubanismo al sur de los EE. UU.

 

Estos profesionales de la salud fueron secuestrados en Kenia en abril de 2019 y llevados a Somalia, donde enfrentaron condiciones precarias y un destino incierto.

 

El trágico desenlace se vincula a un ataque aéreo de Estados Unidos contra el grupo terrorista Al-Sheba. El 15 de febrero de 2024, las autoridades estadounidenses reconocieron haber llevado a cabo dicho ataque, afirmando haber eliminado algunos líderes del grupo. Sin embargo, niegan tener conocimiento de víctimas civiles. Esta declaración ha generado fuertes críticas y cuestionamientos sobre la veracidad de los hechos.

 

Resulta difícil creer que un ataque de tal envergadura haya sido llevado a cabo a ciegas, sin información de inteligencia precisa. Si, como afirma Al-Sheba, los médicos cubanos fueron víctimas de este ataque, la responsabilidad recae completamente en Estados Unidos. Este incidente pone de manifiesto la hipocresía de las acciones militares encubiertas y sus consecuencias devastadoras.

 

Las repercusiones de este trágico suceso van más allá de las fronteras de Somalia. Las mafias de Miami han aprovechado la oportunidad para atacar a Cuba y sus autoridades, exigiendo pronunciamientos sobre un evento que aún no ha sido confirmado por fuentes independientes y carece de pruebas concretas.

Sin embargo, más allá de la realidad, es importante explorar el terreno de la especulación. ¿Qué podría haber motivado este ataque y quiénes podrían estar detrás de él?

 

En un escenario especulativo, podríamos imaginar una conspiración urdida en el sur de Florida para secuestrar médicos cubanos en Venezuela. Sin embargo, la intervención de agentes infiltrados frustra estos planes, llevando la operación a Kenia. Aquí, Al-Sheba, infiltrada por agentes hostiles a Cuba, ejecuta el secuestro con el objetivo de dañar la reputación de Cuba y socavar su colaboración médica en la región.

 

Los enemigos de Cuba esperaban provocar una serie de reacciones adversas. Desde obligar a Cuba a pagar un rescate, hasta acusarla de apoyar el terrorismo y justificar acciones militares en su contra. Además, buscaban manipular la situación para implicar a Cuba en una violación de la soberanía de países africanos, desencadenando una crisis política de proporciones internacionales.

 

Esta narrativa especulativa nos invita a reflexionar sobre las complejidades del escenario geopolítico actual y las intrigas que pueden tejerse entre bastidores. Más allá de las conjeturas, lo cierto es que la presunta muerte de los médicos cubanos en Somalia plantea interrogantes incómodos sobre la ética de la guerra y la responsabilidad de las potencias mundiales en la protección de los civiles inocentes.

 

Cierto, la incertidumbre en torno al destino de Assel Herrera Correa y Landy Rodríguez Hernández plantea una serie de interrogantes que exigen respuestas claras y transparentes. La posibilidad de que el ataque aéreo haya sido una cortina de humo para encubrir otros eventos, como el presunto asesinato de los médicos cubanos o su traslado a otro lugar o país, añade una capa adicional de misterio a esta trágica historia.

 

En medio de la confusión y las especulaciones, es fundamental que se lleve a cabo una investigación exhaustiva e imparcial para esclarecer los hechos y determinar la verdad detrás de este lamentable incidente. Las familias de los médicos cubanos, las autoridades cubanas, así como la comunidad internacional, merecen conocer la verdad y obtener justicia en caso de que se haya cometido algún crimen.

 

Además, es crucial cuestionar el papel y la responsabilidad de los actores involucrados en este trágico suceso. Desde el grupo terrorista Al-Sheba, que presuntamente perpetró el secuestro, hasta las autoridades estadounidenses que llevaron a cabo el ataque aéreo, todos deben rendir cuentas por sus acciones y asumir las consecuencias de cualquier violación de los derechos humanos o del derecho internacional humanitario que hayan cometido.

 

 

En última instancia, la desaparición y presunta muerte de estos médicos cubanos nos recuerda la fragilidad de la vida humana en zonas de conflicto y la importancia de proteger a los trabajadores humanitarios que dedican sus vidas a salvar a otros. Su sacrificio y servicio desinteresado merecen ser honrados y protegidos, y cualquier acto de violencia en su contra debe ser condenado enérgicamente por la comunidad internacional y no convertir los casos en una politización innecesaria para atacar propagandisticamente a quienes llevan a cabo misiones humanitarias, como hacen los yotubers anticubanos desde el otro lado del Canal de la Floridad.

 

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