Yo no adoro a Becerros de Oro

Por Henrik Hernandez

 

Algunos se están dedicando a subir videos de Carlos Lazo en mi muro y en el grupo Cabalgando con Elpidio Valdés. Lo he borrado o rechazado.

Hablemos claro, no vengan a mis predios con prédicas procedentes de Becerros de Oro. Únicamente escucho e inclino mi frente ante la dignidad, expresada en dos palabras ¡Patria o Muerte!

 

Ese personaje que juzgar por sus propias palabras solo fue un lumpen en nuestra Patria y violador de las fronteras estatales de Cuba en varias ocasiones, ya en el Norte, revuelto y brutal, se hizo ciudadano yanqui, renunciando en juramento público a ser cubano, se enroló en el ejército imperial donde juro combatir contra Cuba si los EE. UU. entraban en guerra contra nuestro pueblo, marcho a una guerra de rapiña imperialista, donde participo en el genocidio de Falujah, por lo cual fue uno de los tres condecorados por "su valor" en dicha acción. También recibió una condecoración en EE. UU. otorgada por las mafias miamenses, por su aporte a la lucha por la "democratización" de Cuba. Además, en su oratoria rechaza el ¡Patria o Muerte!, y aboga por el restablecimiento de la dictadura burguesa en nuestra tierra.

 

Algunos agregan que como fue recibido por el Presidente de Cuba, por ello hay que apoyarlo. A esos les digo, me importa tres pepinos eso, pues considero que es mi deber de mantener mi actitud patriótica y revolucionaria. Hay que saber diferenciar entre la diplomacia a niveles mayores y la actitud de principios y valores individuales, a los cuales acudo.

 

Ahora no me vengan tampoco de que es el número seis (6) de los Cinco Héroes, no fastidien. No adoro a Becerros de Oro, solamente a Dios y mi dios es femenino con dos nombres: Cuba y Revolución.


La tracción ni en el pensamiento, muchos menos en el actuar. Antepongo Baraguá al zanjonismo. A los vientos revisionistas, la Protesta de Hornos de Cal.

 

Prefiero morir como el Padre de la Patria, solo y enfrentado al criterio del resto de los patriotas, pero arma en mano combatiendo con el enemigo. Rendición jamás.