Por Henrik Hernandez
Cuba debe estudiar la experiencia histórica de las reformas de Kosyngin y el fracaso de Gorachev, para comprender que la desintegración de un país y su sistema político, económico y social comienza con la desintegración de su élite.
El Partido Comunista de Cuba debe contar con cuadros competentes y ser fieles al marxismo-leninismo y a la doctrina martiana con independencia de las directivas que puedan emanar de los órganos centrales y no aceptar ninguna propuesta de programas oportunista y/o revisionistas, ni libros, ni artículos en la prensa, etc. bajo el pretexto de adaptarse a ”condiciones objetivas”. Deben ser personas que en la vida real conozcan y utilicen el marxismo-leninismo, de no ser así los resultados serán catastróficos para Cuba y su Revolución.
Estudiando las tendencias que se manifiestan en la sociedad cubana, podemos asegurar que, los cuadros del partido, están sometidos a condiciones de constante presión del tiempo para solucionar las tareas económicas que se agravan por el bloqueo yanqui. Eso forma las condiciones antirrevolucionarias para el oportunismo, pues no hay manera de hacer coincidir el marxismo con ideologías anticientíficas, sean estas de convergencia, centristas, etc. Esas posiciones son antagónicas y por lo tanto no es dialéctico aceptar esas posiciones.
Ante la falta de un líder, lo mas probable es, que el centro colegiado sucumba a las presiones externas y a la zanahoria interna que es la misma que se ofrece desde el exterior por la incompetencia ideológica de los cuadros. La ideología hay que reforzarla jurídica, organizativa, política y prácticamente, pues la experiencia y el estudio de la restauración capitalista en la URSS y los demás países socialistas de Europa Oriental, en China y Viet-Nam, (en estos dos últimos restauraron el capitalismo, sin perder el poder político, de ahí la retórica supuestamente socialista y comunista) podemos constatar que la incompetencia de los miembros de las vanguardias partidistas, sobretodo de sus comités centrales, buroes políticos y órganos de administración fue la causa politico-ideológica de la restauración capitalista.
El riesgo es que al no haber el líder (Fidel Castro) no se consolide un centro dialéctico capaz de tramar las decisiones oportunas y requeridas para hacer frente al oportunismo portador de la ideología burguesa, que puede consolidarse, reforzarse y lograr la victoria. Si el PCC queda acéfalo, funcionará por inercia del pueblo trabajador, pero la acción de los enemigos imperialistas hará temblar los cimientos revolucionarios de los cubanos.
Las reformas económicas, que no estén acompañadas del fortalecimiento del rol del partido, minarán y cambiarán las bases socio-económicas de Cuba, lo que servirá como medio para socavar el poder político de la clase trabajadora a través del sabotaje ideológico. Hoy ya vemos el sabotaje en las corrientes centristas y giordanistas.
El centralismo democrático, puede ser utilizado por los antirrevolucionarios para difundir y multiplicar las posiciones oportunistas/centristas dentro del partido y apoderándose del liderazgo como sucedió en la URSS, donde unos a los otros (me refiero a los antirrevolucionarios) proponiéndose y votando se apoderen de la dirección del partido y con ello del estado, desmoralizando a las clases trabajadoras con actitudes corruptas y con ello, restaurando el capitalismo, presentándose con un vulgar economismo, bajo el término de economía de mercado, que en definitiva es un efúmico término para denominar al capitalismo, con el cual entrarían en coqueteos políticos con la redacción de una “nueva constitución.”
Los comunistas cubanos tienen el deber de revelar las causas y razones de la restauración del capitalismo en la URSS y en los demás países del “socialismo real” con el fin de elaborar un programa marxista que tome en cuenta esta experiencia negativa y proteger con ello la Revolución Cubana, rehabilitando a los comunistas y sus ideas marxistas-leninistas ante las masas trabajadoras a nivel mundial.
No dejemos que la fruta madure y caiga en la cetas del Tio Sam.
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